jueves, 16 de julio de 2009

JAZZUV y el Jazz Neoyorkino, Entrevista a Francisco Mela (baterista)


POR Xóchitl Partida Salcido

·      “Si tuviera que ponerle una etiqueta a mi música me gustaría que se llamara “Free Latin Jazz” o “Free Jazz Latin” o “World Music”

·      “Sigo estudiando las mismas veinticuatro horas, pero ya no la batería sino la música y con ella, la vida”

·      “Cuando yo toco, pinto”

 

El baterista y compositor Francisco Mela (Bayamo, Cuba, 1968) proviene de una generación cubana selecta de bateristas como Dafnis Prieto y Julio Barreto y otros más veteranos como el Negro Hernández e Ignacio Berroa. Asimismo, Mela ha grabado dos discos, Melao y el más reciente Cirio, un homenaje a su padre. El baterista es integrante del quinteto de Joe Lovano y los tríos de John Scofield y Kenny Barron; lo que confirma que Francisco Mela es ya una de las estrellas dentro de las grandes ligas del jazz. Mela ha recorrido todo Estados Unidos, Canadá y diversos países de Europa dando talleres y clínicas en diferentes universidades.  Actualmente forma parte de  la plantilla académica del Berklee College of  Music, de Boston y en días pasados estuvo en la escuela de jazz de la Universidad Veracruzana (JazzUV) que dirige el pianista Edgar Dorantes, dando talleres y clases magistrales a maestros y alumnos de nuestra máxima casa de estudios; a propósito de su visita, la segunda a Xalapa, le hice esta entrevista.

 

 

¿Qué es lo que más te gusta de dar clases?

 

Que yo aprendo. Confirmo lo que sé enseñando y cuando veo resultados, es algo increíble que me  anima para seguir en  la docencia.

 

¿Estás dando talleres de batería en JazzUV?

 

Sí pero no estoy sólo como baterista porque yo no me considero sólo un baterista sino un músico. Es un curso para músicos, no sólo para un único instrumento. Incluso mi clínica de batería es a un nivel musical no baterístico, hasta fans pueden venir porque el lenguaje es bien claro para que nos podamos entender todos.

Vienes a fin de año al Festival JazzUV, ¿cierto?

Claro, voy a venir con mi trío. De repente invito a Esperanza (Spalding)  con alguien más, vamos a ver, ya tengo las fechas nada más tengo que llegar a ver los detalles.

¿Qué piensas del JazzUV?

Ya lo dije, yo ya soy parte de JazzUV y se me sacan me va a doler mucho porque estos rincones son parte de mis entrañas.

¿Cómo ves el ambiente jazzístico en Xalapa?

Riquísimo, tienen mucho interés por aprender y un buen nivel, hay quien quiere tocar mejor que el otro y la competencia genera desarrollo.

En otra entrevista dijiste que tu música es el resultado de tu cultura cubana combinada con la libertad que tienes,  ¿sin libertad no hay jazz?

 

No, no, no,  yo nunca diría que sin libertad no hay jazz, lo que yo digo es que mi música es la combinación del folklore que yo traigo con la armonía americana, no lo llamo latin jazz ni lo llamo jazz latino, le llamo Música, y si tuviera que ponerle una etiqueta a mi música me gustaría que se llamara “Free Latin Jazz” o “Free Jazz Latin” o “World Music”.

 

También dijiste que  puedes definir tu música como “free latin jazz” porque eres un hombre latino que toca jazz, ¿entonces el jazz no es tanto un lenguaje universal sino más bien una lengua hablada particularmente por cada cultura del mundo?

 

Sí, el jazz tiene esa libertad y tiene la posibilidad de expresar cualquier cosa a través de su estilo. El jazz no es sólo un patrón que hace “chin-chin-chin o bun-bun-bun-bing-pun-pun” eso no es jazz, eso es sólo un estilo de música, pero jazz es cuando tú tienes libertad de hacer con ese estilo diferentes combinaciones.

 

¿A quién escuchas?

 

Escucho a todo el mundo.

 

¿Baterista favorito?

Todos los que toquen este instrumento y que traten de emitir un mensaje son mis favoritos.

¿Por qué batería y no otro instrumento?

No, al contrario, yo no me quedé con la batería, sí es el instrumento que yo decidí ejecutar pero mi batería es mi piano, o es mi saxofón, o mi flauta, o mi bajo, mi batería no es mi batería, yo lo miro como un instrumento musical.

¿Qué piensas de las escuelas o las tradiciones, sigues alguna?

Yo siempre voy a partir de la base que son los que crearon el jazz, estoy alimentado de eso pero creando otros tipos y aportando con el conocimiento que traigo al desarrollo de la nueva música, que yo le llamaría así, “nueva música”, ni siquiera jazz.  El jazz sí está allí porque es precisamente la libertad para improvisar pero la nueva música no tiene nada que ver con lo que se tocó en los 40s, pero sí lo que se está haciendo ahora es porque empezó antes. Respeto las escuelas y todo lo que hay alrededor pero lo más importante para mí es la música, si la música se está haciendo bien y tiene un mensaje yo soy el primero en sumarme a eso.

Tocas con las grandes personalidades del Jazz en Nueva York, Joe Lovano, Kenny Barron, Esperanza Spalding, ¿qué es lo mejor y lo peor de estar en las grandes ligas del Jazz?

Lo mejor es la oportunidad y lo peor es la exigencia y el riesgo que eso tiene porque entre más alto pisas, más alta es la preparación que te exigen, nunca vas a estar relax porque si fallas hay otra gente esperando por esa plaza.

¿Cómo le haces para combinar tu carrera  y tu vida personal?

El cómo estudiar ya aprendía a hacerlo, porque antes estudiaba veinticuatro horas la batería, no tenía tiempo ni para comer, ahora sigo estudiando las mismas veinticuatro horas, pero ya no la batería sino la música y con ella la vida; sin sentarme a tocar un instrumenta estoy creando. Siempre estoy pensando en la música y así puedo acompañar a mi esposa a ir por los víveres, hacer los mandados, a cambiarle el pañal a mi hijo, ir a la escuela de mi otro hijo, y cuando puedo me siento una hora o dos en la batería.

¿Son Nueva York y la Habana las ciudades que más  te han marcado como músico?

Nueva York y la Habana… (pensativo), bueno, Cuba me ha marcado como músico, no la Habana. En la capital cubana viví muchas experiencias muy buenas pero yo venía haciendo música desde mi pueblo Bayamo. Nueva York me está purificando en esos conocimientos, allá estoy realmente contento porque estoy aprendiendo mucho. Y gracias a dios yo tengo esa formación sólida desde Cuba para poder lidiar con eso que está en Nueva York que es bien fuerte. Si tú tienes una buena formación desde tu casa, ya puedes trabajar al nivel del que sea.

¿Es  Nueva York la ciudad de los sueños?

Siempre voy a repetir esto que oí porque se me hace muy correcto: “en Nueva York hay oportunidades para todos”, porque hay niveles de todo tipo, si en esa ciudad todo mundo fuera de un solo nivel, no habría oportunidades. Entonces, hay oportunidades para los que no tocan, hay para los que quieren tocar, hay para los que tocan mucho y hay para los que sueñan tocar.

¿Cómo es el ambiente jazzístico en  la “ciudad de las oportunidades”?

En Nueva York, por ser el lugar de los sueños, todo mundo se arriesga. ¿Cómo es el ambiente allí?, te voy a decir la verdad, yo vivo en esa ciudad porque tengo a mi familia y mi casa allá pero nunca estoy allí. Claro que cuando estoy en el ambiente de Nueva York la paso muy bien porque siempre estás “chequeando”, siempre hay músicos nuevos, que si llegó un músico mexicano con composiciones y las quiere tocar con americanos, que si llegó un músico español, o de Grecia o de España, siempre hay algo nuevo y todo es interesante porque esa es la vida de Neuva York: el tráfico de gente entrando y saliendo.

¿A todo el mundo escuchan no importa que no tenga el gran nombre?

Así es, el nombre es garantía pero cuando no lo hay tienes que ir porque algo nuevo aprendes.  Ese es el ambiente de Nueva York, siempre una búsqueda y todo el mundo siempre tratando de exponer su proyecto. Yo estoy feliz porque hay tantos proyectos, muchachos que no tienen nombre pero que tocan impresionantemente bien.

¿Allí te quedas?

Me gusta mucho, estoy feliz, aunque estoy buscando un lugar con mi esposa pero no he encontrado algo como Nueva York. Acabo de ir a Japón a tocar con Kenny Barron y pensé en cambiarnos para allá, pero no, a Nueva York no lo compares con nada.

¿Qué es lo mejor de ser  jazzista?

Ser un ser humano. Porque el músico de jazz es muy sensible, sufre mucho y ese sufrimiento lo expresa a través de los papeles.

¿Por qué especialmente el jazzista sufre si el sufrimiento es propio de toda la humanidad?

A lo que me refiero es que  el jazz no tiene el público que tiene el rock, entonces económicamente se vive más estrechez, entonces tenemos que lamentarnos con las armonías. Recuerda que el jazz surgió en los barrios y fue una expresión contra la discriminación racial por eso es que los negros en Estados Unidos decidieron que querían tener en sus bandas a negros porque eran los que más sufrían y cuando un blanco tocaba jazz le decían “tú no sientes eso porque tú no has sufrido”.

¿Estudiaste música primero con tu padre?

No, mi papá fue el que me dijo “Yo soy el que lo voy a apoyar a usted en cualquier decisión que usted tome” y esa amabilidad de mi papá fue lo que me hizo fuerte para seguir en la música. Papá siempre trabajó con músicos pero nunca tocó un instrumento. No me dio clases pero sí muy buenos consejos, a parte del apoyo. Él quería que yo tocara piano y al final me arrepentí mucho porque no toco piano, pero clases como tal no me dio.

¿Cuándo decidiste entrar a la música?

A los diez y siete lo decidí. Yo iba a la escuela de artes plásticas a estudiar pintura, estuve allí hasta los catorce años, iba también a la casa de la cultura y pertenecí a un grupito de música  pero tocando panderetas y cosas así, yo no lo tomaba muy en serio como un grupo de música, mi papá me tenía allí para que me entretuviera en algo pero cuando me sacaron, porque me sacaron, de la escuela de artes plásticas mi papá me dijo “¿qué vamos a hacer?”

¿Por qué te sacaron?

Me sacaron precisamente porque yo pertenecía a este grupo musical de la casa de la cultura y concursamos en un festival municipal y ganamos, de allí nos vamos al provincial y ganamos, y de allí nos vamos al nacional y ganamos, allí es cuando me voy a la Habana y no me presenté a los exámenes finales en la escuela de artes plásticas y me sacaron. Entonces mi papá y yo decidimos que iba a entrar a la escuela de artes y él me dijo que si quería entrar de bailarín, porque yo bailaba mucho, pero yo le dije que no, que yo quería ser músico, entonces iba a entrar como cantante pero mejor me decidí por la batería porque unos amigos me enseñaron la percusión, las congas.

¿Y en la Habana?

Lo que pasa es que empecé a dar clases en un conservatorio de música clásica y para cumplir con los requisitos de ese conservatorio tenía que ir a la Habana para obtener un diploma de nivel superior porque en Bayamo sólo era hasta nivel medio no superior, y así lo hice pero sólo fui a la capital por tres meses.

¿Qué encontraste en la música que no te dio la pintura?

No, no he cambiado. Cuando yo toco, pinto.

Acabo de estar en la Habana en enero y me di cuenta que hay excelentes músicos que ganan cien pesos mexicanos al mes, ¿cómo es posible que a pesar de esta situación Cuba sea un país que forme a tan grandes artistas?

En Cuba vivimos una competencia, cualquier profesión por la que te decidas tienes que luchar muy duro para ser el mejor y así poder salir de allí. Si aquí los muchachos estudian veinticuatro horas, allá estudian cuarenta y ocho, son los mejores porque están prendidos estudiando para ver cuándo salen de ahí;  el mismo sistema te hace ser fuerte. Aquí los músicos no sienten la presión de que si quieren ir con su familia a Jamaica de vacaciones no pueden ir, aquí puedes ir a Jamaica mañana, a Londres o a donde sea, allá no puedes hacer eso, tienes que tocar mucho para que entonces Isaac Delgado, Chucho Valdés o los Van Van te saquen a pasear. Esa es la verdad.